Se dice que el fado es la exposición musical del alma de la ciudad de Lisboa, en
Portugal. Melancolía, nostalgia y “saudade” son los estandartes de estas melodías
que se sienten en las callecitas del barrio alto.
.
El fado se canta desde el alma y con congoja dicen sus artistas, y no es casual que
nazca en una ciudad bastante golpeada como lo es la capital portuguesa. Muchas historias dice que nacen sus estrofas inspiradas en relatos tristes cantados por mujeres de los marinos perdidos en el atlántico. Y es que después de todo, la palabra “fado” viene del latín “fatum” que significa destino, ese camino del que no podemos desviarnos por más que queramos.
El machismo, la virilidad en este caso se mezclan con las perdidas, las ausencias y ese extrañamiento aún más fuerte que el simple extrañar, el “saudade” portugués.
.
.
El barrio alto por su parte es uno de los distritos más bohemios de la ciudad, el mejor lugar para escuchar fado. Bajo un ambiente súper relajado y no tan abarrotado de turistas, vas a encontrar barcitos típicos con música en vivo. Allí podrás escuchar bandas conformadas por muchachos jóvenes pero con voces que simulan décadas, o al menos eso fue lo que vivimos en el Tasca do chico en la Rua Diário do Noticias, número 39.
LA PALABRA “FADO” VIENE DEL LATÍN “FATUM” QUE SIGNIFICA DESTINO
Lo mejor, la tarta de bacalao que sirven es un plato muy autóctono y exquisito para vivir esta experiencia. Además solo con sentarte te traerán unas tapas de queso que solo deberás abonar si consumes, pero tranquilo los precios son totalmente accesibles.
Acompañados de una guitarra española y una guitarra portuguesa, conformada por 12 cuerdas metálicas dispuestas por pares que cortan al medio esa particular forma de pera pequeña que tiene el instrumento, tres
muchachos dieron un concierto totalmente embelesador.
Las pequeñas mesas o algunos tablones de madera largos compartidos, sumado a una neblina de humo, porque allí esta permitido fumar dentro, hicieron que la imaginación vuele con las melancólicas notas de esta música a los años en que el fado era el auge entre los portuarios y tabernarios. La joven cantante, pues no debería tener más de unos veinte años, cantaba con tintes arrabaleros de una señora de época que aunque no quisieras te hacían sentir en las calles de Lisboa en el siglo XVIII, y tranquilo, es normal que acabes la noche sintiendo tristeza o simplemente extrañando a quien no esté acompañándote, pues de eso se trata el fado, de revivir “saudades”
.
Escuchar fado en Lisboa. HECHO