Expedición al Polo Norte

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Situado entre la latitud 74°N y 81°N existe la isla más septentrional del mundo, a solo 1200km del Polo norte geográfico, siendo este el territorio más cercano al polo. Y aunque por lógica no debería estar habitado, lo está, sin embargo el índice de vida humana es mucho menor al índice de vida salvaje que habita en la zona.

Señoras y señores la isla de Svalbard.

Rifles colgados en las puertas de las casas o de los comercios, menús que ofrecen ballena como plato principal, carteles que advierten osos polares por las carreteras y solo unas pocas cuadras con hoteles y casas locales, eso conforma Longyearbyen, capital de esta isla y la puerta a una expedición por el ártico. Pequeña pero congelada, casi que es conveniente que nada quede a menos de 10 minutos de distancia pues el frío es desgarrador para andarse paseando por las calles.

Situada entre montañas y con auroras boreales que quieren aparecer aunque esta terminando la temporada este recóndito lugar nos da su bienvenida.

Me siento muy lejos de casa, y es que estoy justo en la otra punta del mundo y por salir a conocer la vida en el Polo Norte.

 

Trineo de perro. Expedición por tierra.

 Aquí la naturaleza es extrema. El viento te corta la cara, los pies no se sienten ni con tres pares de medias a cuestas, los dedos se entumecen y la nariz parece de piedra. Estamos viajando en un milenario trineo de perros por lo que sería el océano congelado y nuestros ojos se maravillan bajo un desierto blanco. A lo lejos un grupo de renos corren en libertad mientras que nuestro guía intenta atravesar el valle y cubrirnos un poco de viento.

Hace frío, si, y el sol parece no ayudar en absoluto. Por kilómetros y kilómetros somos los únicos seres humanos. Aterra un poco tanta inmensidad en tan inhóspito clima, pero a la vez emociona. El hielo se va descascarando, estamos conduciendo por las mismísimas costas congeladas, y me imagino toda la vida marina que pasa por nuestros pies. Tenemos miedo, las bocanadas de nieve que cortan el camino dificultan la vista cual tormenta de arena. Recupero una mano, pero ni bien hago una foto la vuelvo a perder. Los dedos se me habían puesto morados en solo unos clicks de la cámara, y ya casi no sentía los pies. Me saco una selfie, otro acto de irresponsabilidad con mi mano derecha, y puedo ver mis pelos todos congelados, incluso la bufanda y algunas lagrimas que se me escaparon también vueltas hielo.

Silencio abrazador, después de todo estábamos cruzando los vestigios congelados del océano glacial ártico.

Barco rompehielos. Expedición por mar

No esperen que les cuente sobre un digno crucero, pues no, era lo más parecido a un barco pesquero solo que con la capacidad de romper hielo, o al menos eso me habían dicho pero era incomprobables para mi. Salimos muy temprano por la mañana, casi era imposible estar en la cubierta y nos amontonábamos en unos sillones calefaccionados en el interior del navío. Si la marea estaba tranquila también podíamos sentarnos junto con el capitán y buscábamos icebergs junto a sus colegas. La idea era acercarnos lo más posible a un pueblito en el norte de la isla, pero claro, todavía el hielo intenso nos dejaba muy alejados de esa posibilidad. Los ratos libres en cubierta eran solo para fotógrafos, que tras unos clicks debían ingresar rápidamente al interior, pues no solo corrían riesgo nuestras manos sino también el equipo fotográfico que se hallaba expuesto a la vida en el océano ártico.

De repente marineros vienen a ofrecernos un plato de comida caliente. Se trataba de fideos, una carne de cerdo y otra carne de lo más extraña. Me acerco hasta el cocinero quien sin culpa alguna confesaba que era carne de ballena, la cual ha alimentado a la isla por más generaciones de lo que podamos imaginar. Pienso en sus costumbres, aunque no quiero sumarme al debate y dejo de lado esa porción.

Ellos entienden, pero no vayas a pelearle, aquí cada cual toma su decisión.

Seguimos rumbo a los glaciares, y el barco se atasca por un buen rato. Los marineros parecen alterarse pero la vista es tan perfecta que ni el frío nos detiene.

Recorrer el Polo Norte. Hecho

 

 

 

 

 

 

 

 

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